Paseo por Alcaudete
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PASEO HISTORICO-ARTISTICO
POR LAS CALLES DE ALCAUDETE
Por Antonio Rivas Morales: Cronista Oficial de Alcaudete.
PAISAJE URBANO.
El paisaje urbano de Alcaudete, contemplado desde cualquiera de las carreteras o caminos por los que nos acerquemos a esta población, es de una belleza impresionante.
Elemento constante en él es la figura de su castillo, o Palacio como lo llaman los alcaudetenses, en las múltiples perspectivas o planos que presenta al que lo contempla, siempre rodeado de un bosquecillo de almendros, o de las terminaciones puntiagudas de las pitas que bordean los ribazos en los que se han transformado muchas de sus antiguas líneas defensivas.
Si accedemos desde Córdoba, y desde hace poco tiempo también desde Jaén, la fortaleza se nos presenta por su lado occidental con la silueta enmarcada en el soberbio telón de fondo que constituye la sierra Ahillos. La torre del homenaje se percibe como una soberbia mole en su centro. Al mismo tiempo vemos asomar tímidamente, por el lado izquierdo, la iglesia de San Pedro, y por el derecho las terminaciones de la fachada del Perdón y la torre de Santa María la Mayor. Sus alrededores, por este ángulo, son los más áridos, con dominio de las pitas y eriales., y muy poca presencia de casas.
Al continuar hacía el Este, sobre todo si nos elevamos a alguna altura (especialmente desde el cerro Calvario) se nos presenta la mejor de las perspectivas, la del lado Sur. En ella se puede observar, en toda su grandeza, los dos monumentos principales de Alcaudete: la fortaleza en su totalidad; y la iglesia de Santa María por su fachada meridional, en medio de la cual se levanta una soberbia portada, y en su parte derecha la altísima torre. Así mismo, desde allí, se distingue perfectamente la disposición de los anillos de murallas de la antigua villa medieval, de las que restan importantes restos. Los alrededores de la fortaleza están cubiertos del verde bosque de almendros, formando el paraje denominado la Viña. Las casas, por el lado Sur se distribuyen en forma de anillos alrededor del Cerro, mientras que hacia el Este se extienden profusamente en los terrenos más llanos.
Si seguimos hacia Granada, visto el pueblo desde el Este, disminuye el protagonismo del castillo e iglesia Mayor, pues ambos edificios, al estar más o menos a la misma altura del espectador, emergen entre la masa de casas, dándole carácter; pero sin determinarla por completo.
Finalmente, la vista desde el Norte está limitada por la proximidad de l cerro denominado de la Pedrera que se levanta muy próximo al pueblo. La vista desde lo alto del mismo, de difícil acceso, es interesantísima. El castillo emerge, entre el verde intenso de la masa de almendros, que cuando están en flor dan una nota de intenso color blanco y rosa. Se divisa la iglesia de San Pedro, la ermita de Santa Ana por la que pasa el antiguo camino árabe que conduce a la entrada principal de la fortaleza, así como los barrios de San Pedro, San Marcos y el Jesús. Así hemos completado la visión del pueblo desde los cuatro puntos cardinales.
ACCESOS AL PUEBLO
Los alrededores y accesos al pueblo estaban, y en buena medida aún están, caracterizados por la existencia de ermitas, cruces y fuentes, muchas de las cuales han desaparecido o están en trance de desaparecer, gracias a la desidia y falta de sensibilidad de los gobernantes, y del común de ciudadanos que nos les obliga a conservar estos significativos vestigios de nuestra historia y cultura popular.
Por el Oeste se puede acceder al pueblo por las cruces del Royo, antiguo lugar de ejecuciones que a la vez servía para mostrar en ella los despojos de los ajusticiados, y la sencilla, blanca y popular cruz del Caminillo.
Algo más arriba se encuentra la ermita de Santa Catalina, una de las más antiguas de Alcaudete. Anejo a la misma se levantó el cementerio municipal a comienzos del siglo XIX.
Recientemente se han descubierto interesantes pinturas en este recinto sagrado, capilla del actual Camposanto.
A través de la Corredera de Santa Catalina (nombre antiguo del camino al cementerio) llegamos al pueblo por Fuente Nueva, en donde se halla un abrevadero para las bestias con tres caños, así como un pequeño lavadero público, único que aún se levanta intacto en todo Alcaudete.
Prosiguiendo hacia el Este llegamos a la calle San Marcos al final de la cual, se halla la entrada al pueblo desde el Norte, por donde discurría el camino real de Granada a Madrid, y anteriormente una importante calzada romana que conducía desde allí hasta el puente del Pontón, para continuar después en el término de Martos. Allí encontramos una ermita, la de San Antón, en el cerro de su mismo nombre, destruida a comienzos de los años ochenta de este siglo, gracias a la incultura, y donde se celebraba, hasta fechas recientes, populares romerías.
Próxima se halla Fuente Vieja, en cuyas proximidades se encontraba un lavadero público que como obra social se construyó en tiempos de la República. Así mismo se encuentra las cuevas llamadas de las Encantadas, llenas de embrujo y leyendas.
Los accesos y alrededores del N.E. y E. son posiblemente los más bellos. Por el N.E. la alta sierra de Ahillos desciende casi hasta las inmediaciones del pueblo. Las filtraciones de sus rocas calizas dan lugar a manantiales, especialmente la Fuente Amuña, que riegan las huertas de su mismo nombre, en donde se levanta la ermita de nuestra Patrona, la Virgen de la Fuensanta. Este rico vergel lleno de árboles frutales, y más recientemente de numerosos chalés, se continúa por el Parque de la Fuensanta, quizás el más hermoso de nuestra provincia, en donde se encuentran significativas instituciones culturales como son el Instituto de Enseñanza Media y la Casa de la Cultura. A la derecha del Parque, en el viejo camino de la Fuensanta, podemos ver la Cruz del Humilladero, allí levantada en conmemoración de la heroica defensa que nuestros antepasados hicieron en 1.408 del pueblo, contra las embestidas y asaltos de un poderoso ejército árabe, que en aquel paraje estableció su real.
Atravesado el Parque, nos hallamos rápidamente en los Zagales, cruce de carreteras y centro neurálgico de la población. En este lugar se encontraba hasta fechas recientes una hermosa fuente y un extraordinario abrevadero para las bestias. En uno de sus ángulos aún se halla parte de las antiguas instalaciones del Parador del Conde, construido en el siglo XVIII, de las que podemos distinguir un soberbio escudo heráldico de la noble familia de los Córdova, Señores y Condes de Alcaudete.
Descendemos hacía el Oeste por la carretera de Córdoba hasta otro emblemático lugar de las inmediaciones de nuestra ciudad. Me refiero a la Fuente Zaide, Bonito lavadero público, hoy arruinado, precedido por una hermosa fuente surgida de una pared decorada con escudo nobiliario, también de los condes de Alcaudete. Encima de ella se encuentra la ermita del Calvario, y una corta vereda, antaño bordeada de frondosos morales, conduce desde allí hasta la fuente de la Alcaubilla.
PASEOS POR EL PUEBLO.
Comenzamos nuestro paseo por el pueblo entrando en el mismo por la calle Fuente Zaide, la más importante del Barrio Bajo. Las calles de este sector alcaudetense son de uniforme altura y parecida anchura, constituyendo un arrabal que rodeaba el primitivo recinto amurallado de la villa. Sus casas, ejemplos de la antigua arquitectura popular andaluza, aún conservan su gracia y encanto, a pesar de los esfuerzos que algunos hacen en contra, cubriendo sus blancas fachadas con baldosas de granito, u otros materiales poco adecuados, además de varios desaguisados más. Por las calles Lozano y Sabariego llegamos a la iglesia de San Pedro, centro del barrio de su mismo nombre.
Lo primero que vemos es su humilde fachada Oeste. El exterior de este templo no hace presumir la belleza y armonía de su interior. De estilo renacentista romano fue trazada por el insigne arquitecto Francisco del Castillo, y construida a finales del siglo XVI y comienzos del XVII.
Subimos por la calle las Parras al Carril, viejo sendero que bordea el Castillo, al que accedemos, a través de un antiguo camino árabe, dejando a nuestra derecha la ermita de Santa Ana. Su entrada principal se abre entre dos fuertes torres semicirculares. Esta fortaleza fue durante siglos un importantísimo bastión en la frontera entre el reino cristiano de Castilla y el árabe de Granada.
Es de mucho interés una detenida visita a la misma. Descendemos por el mismo camino para llegar por el Carril a la calle Toril, al final de la que se halla la Plaza de la Ciudad.
L A P L A Z A.
Así llegamos a la Plaza, centro comercial y administrativo del Municipio. En su lateral Oeste se encuentran las Casas Consistoriales, con una bella fachada barroca del siglo XVIII, en la que sobresale la estatua del patrón y protector de Alcaudete, el arcángel San Miguel. Reformadas en la década de los veinte de este siglo, siguiendo la moda andalucista, se le colocó un remate superior en forma de tejado a cuatro aguas en donde se situó el reloj.
A continuación de este noble edificio, tenemos el Arco de la Villa, también de estilo barroco, pero en el que recientemente se le añadieron las medievales almenas.
En el lateral Sur se observa los restos de la fachada barroca de la ermita de la Aurora. Edificio construido con magníficos sillares de piedra fue transformado en bar y cine-teatro a finales de los años treinta, siendo destinada su parte superior, con posterioridad, a sede del casino local.
En el resto de la Plaza - en los solares de una antigua posada, de la ermita del Santo Cristo y de una casa señorial - se construyeron algunos edificios desproporcionados que cambiaron la fisonomía de la primitiva plaza barroca.
SANTA MARIA.
A través del Arco entramos a la calle Maestra, en cuyo comienzo se encuentra el mercado municipal. Al final desemboca en una amplia explanada el borde de la cual constituye un verdadero mirador, desde el que se divisa gran parte del termino municipal, así como las sierras de Luque y Priego, y las campiñas de Córdoba. Desde allí también se ve numerosos lienzos de las antiguas murallas de la villa que, milagrosamente, aún se conservan en pie.
Pero la más bella visión que en ella tenemos es la de su parte Norte en la que consecutivamente se levantan los soberbios edificios de la iglesia Mayor de Santa María, e inmediatamente detrás de ella, tras un corto camino por la ladera del monte, el Castillo. Ambos edificios constituyen el mejor conjunto histórico-artístico de la localidad.
La iglesia de Santa María fue declarada monumento histórico-artístico en el año 1.931. En su exterior podemos distinguir las diferentes fases y estilos en los que se construyó. En su fachada Oeste se alza la portada del Perdón, de gran belleza y armonía, realizada por el maestro Simón Pérez en la primera mitad del siglo XVI, en un estilo de transición del Gótico al Renacimiento.
En el lateral Sur se levanta otra portada, muy diferente a la anterior, y de la que desconocemos el autor. Construida seguramente en la segunda mitad del XVI es de estilo plateresco, con un gran abigarramiento y profusión de decoración entre la que sobresalen los dos escudos: uno de la casa de Córdova y el otro del obispo.
En la construcción de este templo intervinieron algunos de los mejores arquitectos de la época. De una manera especial Francisco del Castillo y Martín de Bolívar, participando así mismo, de manera puntual, Vandelvira.
Al separarnos de la iglesia contemplamos su extraordinaria torre que se eleva sobre todo el conjunto arquitectónico. De una altura aproximada de cincuenta metros, fue construida en diferentes etapas. De los cuatro cuerpos de los que está compuesta, el primero y parte del segundo, en piedra de cantería, se construyeron en la primera mitad del siglo XVII, terminándose los restantes, en ladrillo, a finales del XVIII.
LOS CONVENTOS.
Volvemos por el mismo camino a la Plaza y desde allí tomamos la calle Carnicería. Al comienzo de esta vía, en su lado derecho, se halla una de las casas del Conde de Alcaudete, seguramente levantada en la primera mitad del siglo XVIII. En su fachada tiene un escudo de esta familia con el Toison de Oro, condecoración otorgada a los condes de Alcaudete y Oropesa en esa época.
Al final de la calle se encuentra el Hospital de la Misericordia, construido en la segunda mitad del siglo XVIII, en cuyos patios traseros puede observarse restos de las murallas, y que hasta hace poco dispuso de capilla con su correspondiente espadaña.
Deshaciendo el camino por la calle Carnicería nos encontramos pronto con el convento de clausura de Santa Clara. Fundado en 1.499 por el V Señor de Alcaudete, don Alfonso Fernández de Córdova y Montemayor, sus superioras, con la categoría de abadesas, pertenecieron durante cerca de dos siglos a la noble familia de los Señores y Condes de Alcaudete. Exteriormente, ya en la calle de Santa Clara, se encuentra su maravillosa fachada barroca, atribuida a Hurtado Izquierdo. Este convento fue alojamiento de Santa Teresa, que en él pasó, en sus peregrinaciones conventuales, una noche velando a las monjas enfermas.
Frente al convento, en la calle Magañas, se encuentra la casa solariega, de patio columnado, de la familia de este mismo nombre, algunos de cuyos miembros ocuparon altos cargos en América.
Al final de esta vía se llega a la calle Encarnación, así llamada por dar acceso al convento de su mismo nombre perteneciente a la orden de carmelitas descalzos, del que no resta nada más que su iglesia del Carmen, y los sótanos. En esta iglesia, de finales del siglo XVII, se encuentran la milagrosa imagen de Jesús Nazareno, así como la del patrono carmelita San Elías, atribuida al insigne escultor Pedro de Mena.
Bajamos la calle del Carmen para, a su izquierda, tomar rápidamente la cuesta Trompeta, al final de la cual se halla la Cruz del Cerro, en la que hasta comienzos de este siglo se celebraba la sublevación del pueblo contra los franceses. Frente a esta cruz se encuentra la casa solariega de la madre y abuelos del I Presidente de la II República, D. Niceto Alcalá Zamora y Torres.
Esta calle desemboca frente a la llamada casa de los Leones, y anteriormente del Almirante o de la Virreina. Mansión señorial del siglo XVI, residencia de Dña Francisca de Mendoza, apodada "La Santa", esposa de don Alonso, II Conde de Alcaudete y virrey de Navarra, e hija de don Antonio de Mendoza, virrey de Nueva España y del Perú.
El escudo de la fachada es del siglo XIX y pertenece a la familia Solís que la habitó durante el siglo XIX. Desde fuera se ve su precioso patio mudéjar.
Tomamos la calle de las Angustias que sale a la derecha de la del Pilarejo, un poco más arriba de la casa de la Virreina, y en donde hay una capillita dedicada a la Virgen de esta advocación. El final de la misma desemboca cerca del convento del Jesús. Esta institución, de la orden de San Francisco, fue fundada en 1.577, viendo clausuradas sus actividades en el año 1.996. Su iglesia, de sencilla factura, tiene hondas connotaciones semanansanteras.
Por la calle del Jesús volvemos a la del Pilarejo, en cuya esquina hay una bonita hornacina con un Cristo pintado. Desde aquí y a través de la Plaza del Matadero llegamos a la calle Alta, una de las más largas del pueblo, habitada por agricultores, y que desemboca por la calle de las Peñuelas a los Zagales, otro de los centros neurálgicos alcaudetenses.
LOS ZAGALES
En los Zagales se cruzaban las carreteras generales de Granada-Badajoz y Granada-Úbeda. En el lado Oeste de este lugar se encuentra aún significativos restos del antiguo Parador del Conde, construido en el siglo XVIII, con lápidas que así lo atestiguan, y el escudo heráldico de la familia de los Córdova puesto en la esquina del hotel, que se levantó en parte de su solar. En el lado Este se hallaba una magnífica fuente, en la actualidad enterrada, con un gran abrevadero para los animales.
Descendemos por la carretera de Córdoba para entrar de nuevo en el pueblo por la denominada Muralla y la calle del Carmen, al comienzo de la cual se puede observar varios ejemplos de la arquitectura modernista, debidos al maestro de la Morena. En esa misma zona, en la casa donde vivió el médico y escritor Fernando López, podemos ver una bonita hornacina, rodeada de mosaicos de gusto andalucista. Esta vía se ensancha en su parte media, en la parte donde se encuentra la Fuente de la Villa, en cuyos alrededores se levantó las mansiones de algunas de las familias más significativas del pueblo ( Angulo, Montilla y Adán, Aguilera, Lechuga,...), de las que aún permanecen varios ejemplos.
Desde aquí seguimos la misma calle para desembocar nuevamente en la Plaza del pueblo, con su castillo al fondo, para reposar de las fatigas de tan largo y bello recorrido por las calles de Alcaudete.
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