LAS COSTUMBRES
El medio, que consideramos estaba impregnado de un profundo sabor de vida familiar; la ausencia de servicios, luz, medios de comunicación; el hábitat disperso; el aislamiento... eran factores coadyuvantes, junto al heredado respeto a la autoridad paterna.
En la vida diaria, tras las duras jornadas de trabajo en el campo, la familia se reunía en torno al padre. En todos los hogares había un libro de relatos profanos o religiosos y un miembro de la familia -el más capacitado- daba lectura en voz alta a alguno de ellos, escuchándolo todos atentamente. Al final, el jefe familiar hacia algún comentario de tipo moralizador. Los peones que no sabían leer y su familia se reunían en tal velada en casa de los dueños de la propiedad. Terminada la lectura los hombres charlaban y fumaban un cigarro mientras mujeres y niños rezaban un rosario. A continuaci6n los niños marchaban a la cama y comenzaban entonces las "conversaciones de mayores", trabajo, problemas...,antes de retirarse a descansar.
Las fiestas, en su mayor parte, brindaban a la familia la oportunidad de reunirse. Los padres se sentían felices al tener en su propio cortijo a sus hijos y nietos, aunque hubiera que rellenar colchones con "fundas de panochas" y echarlos sobre montones en el suelo para dar albergue a todos.
Tenían este marcado sabor familiar sobre todo las fiestas de Navidad, Semana Santa -en Viernes Santo subían a la Caracolera pasando el día a1 aire libre-,bodas, bautizos, entierros, remate de la aceituna y matanzas.
BODAS
Precedía a la boda la petición de la mano de la novia. El novio, acompañado de sus padres, visitaba a los padres de la novia y pedían la mano de ésta. Acordaban entre todos la fecha de la boda, detalles de la misma, casa donde viviría el nuevo matrimonio y mobiliario de la misma. La novia mostraba el ajuar que ella misma había bordado y los padres de los prometidos quedaban de acuerdo para ir a visitar al cura, mostrando con esta visita su conformidad a tal casamiento.
El día de la boda bajaban en caballerías los novios, cada uno con sus padres, a Vado Freno ó Alcaudete a celebrar la ceremonia. Al regreso, los novios ya marchaban juntos en caballerías del padre del novio. La fiesta duraba hasta altas horas de la noche. Era obligación de la familia preparar el desayuno y almuerzo para los invitados nuevamente al día siguiente.
La boda solía celebrarse en los meses de Julio y Agosto, marcándose como tope la primera quincena de Septiembre.
Los regalos se solían entregar durante el banquete.
MATANZAS
Comenzaba la matanza con una copa de aguardiente y un dulce casero para los hombres y un café con leche y dulces para las mujeres. Matados los cerdos, el primer día todos comían las "asaduras" (cebolla y tomate o ajo de matanza) , dejando toda la noche colgados a los animales sacrificados para que se orearan.
Al día siguiente, tras conocer el análisis del veterinario, se descuartizaban los cerdos y los pedazos -lomo, costillas- se guardaban en orzas llenas de aceite para su conservación, pasando con el resto a realizar los embutidos: salchichón, chorizo ...
El menú de la matanza lo componían la "masa" para embutir y lomo ó costillas asadas al fuego .
Cuando terminaba la matanza y la limpieza de enseres y casa, se organizaba la fiesta: Un baile familiar para que al jamón no le picara el "saltón". El músico solía ser un hombre o mujer con un pequeño acordeón y eran varios los disponibles a contratar.
Comenzaba el Ciclo de Fiestas de Primavera-Verano con la llamada FIESTA DE LA CRUZ .
Se adornaba la Cruz del Humilladero con matorrales y rosas. Toda la comarca abandonaba sus faenas cotidianas para dirigirse en romería al lugar. Gaseosas, dulces, golosinas, hacían las delicias de mujeres y niños; buen vino y cordero asado, las de mozos y hombres.
Al atardecer se celebraban los bailes y "cucañas", subir al palo, carreras de sacos, competiciones para medir la fuerza, apuestas para hallar al más comilón, lanzar las piedras a ver quién alcanzaba mayor distancia... Los ganadores lucían en el baile las guirnaldas, tejidas por las mozas, colgadas al cuello. No faltaban graciosos a quienes la cantidad de vino ingerido impulsaba a romper -previo acuerdo- los faroles con lucernas de aceite a garrotazos o pedradas. "Así se escapaba algún pellizco o apretujón clandestino, pero las mozas inmediatamente gritaban: "mama, aquí estoy", señal inequívoca de su honrada no colaboración con el hecho y obediencia a las previas advertencias maternas.
Continuaba la vida con las faenas de recolección, trilla, elaboración de conservas familiares artesanas. etc.
GASTRONOMÍA
La vida transcurre (en el entorno de la Sierra Ahíllos) dentro de las coordenadas de una economía agrícola y tradicional. Es casi cerrada; sólo algún que otro vendedor ambulante o la visita periódica mensual al pueblo, aparte de las ventas de no demasiado excedente marcan las relaciones de compra-venta.
No extraña, pues, que la gastronomía de la zona resalte por su sencillez, austeridad y cierta monotonía conjugadas con la abundancia en consonancia con la estación correspondiente del año.
La dieta alimenticia estaba compuesta, con ligeras variantes, por la trilogía: migas-taza de leche, en el desayuno; la talega, al medio día-almuerzo; el "puchero" de cocido a la noche.
A.-DESAYUNO: Tenía lugar muy temprano, antes de iniciarse la jornada de trabajo. Lo componían unas migas o bien unos huevos fritos y "tajadas", igualmente fritas, de cerdo ó tortillas, hechas con masa de harina y con azúcar, semejantes a los churros, completándolos con un tazón de leche a veces migado.
B.-COMIDA: La comida de mediodía era menos fuerte. La "talega" contenía los "cuernos" llenos de aceite y vinagre y el "calabacín" con sal para preparar una ensalada, el pan y algunos trozos de chorizo, queso, torreznos, lomo o tortilla de patatas. No faltaba el "bollo de higo" que acompañaba a los gazpachos o ajo blanco, que aliviaban la deshidratación de las duras jornadas en la siega o trilla.
C.-CENA: La cena, al oscurecer, era la comida más fuerte y familiar. Casi siempre la presidía un hermoso puchero: un cocido con abundancia de tocino, morcilla, hueso de jamón y magro -algunas veces gallina- alternado algunas veces con cigüelos habichuelas, alboronía o sobreusa y alegrado con pepinos, tomates, cebollas, bien frescos o conservados en vinagre, incluso transformados en un apetitoso "salmorejo". Las fiestas presentaban el atractivo arroz y gallo muerto o chivo o cordero preparado al ajillo.
Todos los cortijos disponían de un horno para cocer el pan y variados dulces caseros: distintas clases de tortas, pastas, galletas, bizcochos, mantecados o empanadillas. Las despensas eran almacenes bien surtidos de orzas de embutidos o trozos de cerdo de la matanza y queso, aceitunas aderezadas convenientemente y frascos o botellas, de conservas de tomate, melocotones, peras..., o de variantes en vinagre o mermeladas de frutas, amén de miel o exquisita meloja o carne de membrillo. La parte superior, las cámaras, albergaban los graneros y un sin fin de frutas, muchas de ellas para consumirse en los ¡argos y duros inviernos y que en gran parte pendían del techo mediante cuerdas atadas a clavos fijados en las vigas a la debida distancia: peras, melones, ciruelas, uvas, granadas, manzanas, caquis, membrillos ... con la agradable compañía de frutos secos, pimientos, melocotones y ciruelas (orejones), nueces y almendras aromatizadas por el penetrante olor de las cebollas y ajos en presencia de calabazas y patatas y en muchos cortijos no faltaban buenos odres (bidones de vino elaborado artesanalmente) completados con el resol -bebida de café, aguardiente, hierbas aromáticas- en determinadas fiestas, la Cruz y Navidad, sobre todo.
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